Ciencia, Religión y Medicina

Ciencia, Religión y Medicina

Estudios recientes hechos en los Estados Unidos y en el que participaron unas treinta universidades y un grupo multifacético de investigadores revelan de forma muy convincente y científica, la relación que existe entre cualquier tratamiento y el poder de la religión ( Religion: The Forgotten Factor, publicado en The World & I de febrero del 1996, Págs. 293 - 317. Responses, Pág. 319 en adelante). El estudio expone los efectos de la religión en diversas áreas. Entre ellas, el uso y abuso de sustancias controladas, enfermedades del corazón, cirugías, relaciones matrimoniales y suicidio. Traduciendo literalmente la nota editorial, cito de ellos: "Apoyando el compromiso de la gente / se obtiene un media multifacético para reducir el costo de los tratamientos de adicciones y desórdenes mentales, al producir hospitalizaciones más cortas con un ritmo de recuperación más rápido sin tener que prescribir costosas drogas."
 
David Larson, M.D., presidente del National Institute for Healthcare Research y sus asociados sugieren que la espiritualidad juega un gran papel en el cuidado y prevención de los desórdenes físicos y mentales. Por lo que los efectos benéficos que la religión produce en sus profesos creyentes y "que ha sido olvidada por la comunidad médica," juega un papel importantísimo en la recuperación de cualquier enfermo. "Nosotros nunca podremos entender el poder curativo de la oración excepto si decimos que está muy lejos de ser un placebo. La religión contiene una de las más poderosas fuerzas curativas en las relaciones humanas. Uno de esos poderes es la forma en que enriquece el drama de la vida; es como encamina a mucha gente a cambiar su ambiente autodestructivo, por unos idea/es de paz, de prosperidad y de regeneración."
 

A muchos, la religión les ayuda a lidiar con el estrés nuestro de cada día, con el dolor y la enfermedad agobiante, con los pronósticos que los enfrentan a una muerte inminente: la fe los ayuda a ver este proceso como algo natural que les sirve de puente entre una etapa de la vida y la otra.  Dice el informe del comité, que "la medicina que ignore esto, sólo está parcialmente desarrollada.''

Otro aspecto del estudio revela que menos de una cuarta parte de los médicos encuestados respondieron que tenían una visión de Dios coma su deidad personal o creían que Dios puede sanar o ayudar en la recuperación del enfermo. Este bajo par ciento de médicos creyentes expone a un gran grupo de cristianos que necesitan tratamientos u operaciones quirúrgicas a manos de hombres que no cuentan con la ayuda divina para intervenir el cuerpo humano, obra maestra de la creación divina. Aun cuando el medico sea cristiano, su metodología, aprendida de científicos evolucionistas es anticristiana, en la mayoría de las casos y no le ofrece alternativas a los creyentes .
 
Todos estos argumentos forman parte de una serie de situaciones por las que todos pasamos en las que nuestros derechos son violados o las circunstancias sociales y/o las presiones de grupos obligan a que no se provea una política pública que proteja las intereses de estas minorías. En el caso de los Testigos de Jehová y las transfusiones de sangre, todavía se dan casos en que médicos y jueces han conspirado para obligar a una persona a recibir una transfusión de sangre. De esa manera, le violan los derechos de conciencia que le impiden, por motivos religiosos, recibir una transfusión de sangre.
 
La Iglesia Cristiana tiene una responsabilidad colectiva de tomar posiciones claras y definidas en cuanto a estos asuntos de conciencia que se hacen cada vez más necesarios a medida que la vida se hace más técnica y complicada. Así se podrá orientar a su feligresía en cuanto a situaciones nuevas producto de los cambios que la tecnología y las nuevas formas de enfocar  los problemas sociales le presentan al creyente. Algunos de estos temas son de naturaleza positiva para la sociedad y el creyente, mientras que otros, son peligrosamente negativos. Estos asuntos deben ser tratados abiertamente entre pastores y luego ensenados colectivamente a la sociedad como se ha hecho con las drogas y el aborto. Hay un sinnúmero de factores que deben ser tomados en cuenta  por  las  autoridades  gubernamentales  y  por  las  iglesias
cristianas que tienen que ver con los cambios que el nuevo siglo crea en el mundo.
 
Hay que crear nuevos enfoques de viejos conceptos. Atemperar los mismos a la luz de las nuevas necesidades que se producen por los avances tecnológicos y una emergente conciencia ciudadana. Un vistazo al nuevo catecismo católico nos puede dar una idea de algunos de los interesantísimos temas que los cristianos de todas las denominaciones pueden considerar en sus estudios teológicos y que son importantes para la estabilidad de la sociedad misma. Uno de los puntos neurálgicos es la biotecnología o la intervención genética del científico en la genética humana.
 
La ciencia, que pretende reestructurar la genética humana y animal y la creaci6n vegetal sin una guía divina que lo oriente, puede descarrilar la creación y crear mayores problemas que los que pretende corregir. Ya hay evidencia del daño que se le ha hecho a la humanidad con los experimentos nucleares, con la hibridaci6n de los vegetales y con la manipulación de virus y bacterias en laboratorios. Estos han creado desastres monstruosos que amenazan la vida de los habitantes del planeta. Un ejemplo de esto es la creaci6n de las abejas asesinas debido a un accidente científico en el que se pretendía cruzar genéticamente abejas africanas con abejas domésticas.  Otros desastres fueron el de la droga talidomide, el de la vacuna fallida de la hepatitis B que dio origen al retrovirus del SIDA, la vacuna porcina, drogas que han tenido que ser retiradas por sus efectos secundarios y miles de otros casos que se pueden mencionar. En todos y cada uno de ellos los científicos han descarrilado la cadena biológica natural y han creado daños irreparables al planeta y a la humanidad.
 
La mayoría de estos científicos están guiados por ansias de fama y fortuna y no tienen el más mínimo temor de Dios ni respeto a las leyes naturales de la creación. Green en la evolución y, por lo tanto, no consideran la perfección de la obra de Dios. Ignoran el poder creador y pretenden humanamente mejorarlo.  Lo más triste y a la vez más peligroso de este asunto es que los niños están recibiendo  esta  información  en  las  escuelas  como  ejemplos  de
progreso y de adelanto tecnológico. De igual manera, la humanidad los recibe como adelantos de los cuales tiene que enorgullecerse. Esta actitud es un atentado a la creación y un evidente endoso a la teoría evolucionista. La iglesia tiene que despertar y proteger a sus hijos porque en poco tiempo la gente estará tan contundida que no quedara te sabre la tierra.
 
Es por esa razón que se deben preservar los valores filosóficos fundamentales de esta importante ciencia que se perfila como la alternativa medicinal del futuro para que no se pierda su esencia. "Hay muchas formas de practicar las artes curativas, pero una sola es la que cura verdaderamente. Sólo el estudio profundo y cuidadoso de las leyes de la naturaleza, desde la perspectiva divina, nos podrán guiar a la práctica responsable de una medicina de origen celestial. De lo contrario, la práctica, cualquiera que sea, se prostituirá. Sus características tanto prácticas como teóricas tienen que señalar únicamente al Creador como médico y a los agentes naturales como los medios que han de actuar sobre el cuerpo enfermo que lo transformaran tanto física, como espiritualmente.
 
El estudio de las ciencias naturales según las escuelas científicas contemporáneas puede servir de complemento para identificar las leyes naturales que ya el hombre ha descubierto en el laboratorio. Pero nunca debe separarse la creación de su Creador. Eso establece el balance y armoniza la naturaleza con sus criaturas. Por lo tanto, el estado de salud verdadero no se conseguirá hasta que el enfermo haya armonizado su vida con todas las leyes físicas y divinas que gobiernan su cuerpo. Por ejemplo: si una persona con enfisema pulmonar a causa del tabaco recibe una curación milagrosa por el poder de Dios y la oración de fe  y vuelve a fumar...  cuanto cree usted que le va a durar el milagro? Lo mismo ocurre cuando una persona se cura de otras enfermedades relacionadas a su estilo de vida y alimentación.
 
Cuando Cristo curaba a la gente, siempre les decía: "vete y no peques más para que no te pase algo peor." Lo único que puede extender y perpetuar el milagro es un cambio positivo y permanente de los hábitos que causaron el daño. Este asunto debe ser parte de la curación mental para que se fije permanentemente en el intelecto y sirva de elemento aleccionador. Ese es el rol de la medicina natural que, por un lado, le pone fin a la intervención comercial con drogas invasivas y ensena un estilo de vida que procede de leyes naturales.
 
El hombre, en su afán de lograr descubrir remedios que curen las enfermedades y habiendo comprobado que las drogas sólo producen confusión y daño orgánico, ha creado otras formas de medicina natural. Cada una con una filosofía diferente, pero todas con un fin común. A saber, la curación.
 
Estas filosofías curativas son como las diferentes rutas que puede haber para llegar a un mismo lugar. El viajero furtivo buscara la ruta más corta y de menos inconvenientes para llegar cuanto antes. Pero si no conoce las diferentes rutas, puede que no acierte la más corta y directa ya que a cada quien que le pregunte, lo llevara por donde más le convenga. Esa es la razón por la cual hay diferentes tipos de sanadores con diferentes enfoques y filosofías de esas artes. La razón que justifica tales diferencias es parte de la naturaleza humana que es dada a combinar, adaptar y modificar todo lo que está a su alcance.
 
Para muchos, la idea es que es muy difícil vivir en armonía con las leyes naturales, por lo que cada cual adapta lo que puede a su conveniencia. Eso funciona en la misma proporción en que se apliquen los conceptos que le dan vigencia a las leyes naturales, porque coma ciencia al fin, depende de factores matemáticos que actúan de acuerdo a principios y leyes. Si la ley se aplica en cierta medida, en esa misma proporción puede verse la mejoría. Si eso satisface al enfermo y llena sus expectativas, esa es su prerrogativa. Hay gente que se conforma con mejorar un poco, aunque después vuelvan a recaer. Tienen en su mente la idea de que una medicina se toma para curarse, aunque vuelva a enfermarse de nuevo. Ese razonamiento es cierto cuando la persona quiere seguir viviendo de la misma forma que la llevó a enfermarse. En estos casos, ellos usaran la medicina natural coma una muleta que le sirve temporeramente a un cojo en lo que le amputan la pierna. La aplicación   temporera   de   los   conceptos   naturales   para   fines meramente oportunistas, no debe fomentarse, pues con el tiempo y el uso, pueden desvirtuar los valores de la Medicina Natural y provocar que la gente pierda su confianza en ella.
 
Eso es lo que ha ocurrido con  la medicina convencional o alopática y a esa misma desgracia puede llegar la Medicina Natural si sus exponentes o practicantes se alejan de la filosofía fundamental y la convierten en un negocio para tratar síntomas. Si para esos fines mezclan los conceptos genuinos de la Medicina Natural con ese tipo de sofismas, misticismos, filosofías y medias verdades, la gente se confunde y deja de confiar en la única  alternativa que puede curarlos.
 
Algunos mezclan filosofías orientales de gran eficacia con prácticas de curanderismo espiritualista etc, etc. Parten de premisas correctas, pero caen en ideas erróneas que, en su fondo, al igual que la medicina alópata, no curan ni ofrecen esperanzas al enfermo que vive en una constante ansiedad de curarse. Aquellos que sean llamados a la práctica de la verdadera medicina natural deben ser  convertidos, primeramente, al verdadero evangelio y  este los conducirá a la verdadera medicina. Ambos parten de las mismas premisas. A saber, el Sagrado Decálogo.
 
Cuando se aplica el segundo gran mandamiento de la ley - "amaras a tu prójimo como a ti mismo" -  tal encomienda nos responsabiliza, en cuanto y donde sea posible, a la educación que nos haga aptos para ello. Al constituimos en naturólogos, somos "educadores" de la medicina divina y adquirimos en nuestras manos la gran responsabilidad de la vida de aquellos que vengan en busca de salud física. Su vida espiritual también está incluida y debemos estar preparados para enseñar ambos preceptos. Si les hacemos creer que son las hierbas medicinales. las pastillas o nuestro gran conocimiento de las técnicas de curación quienes los va a curar, estaremos cometiendo un doble pecado: contra el creador y contra la humanidad. Violamos la gran Ley del Amor cuya expresión en palabras se encuentra en el Sagrado Decálogo. Si procedemos bajo los estatutos del engaño no sólo violamos la ley natural sino, todas las leyes y mandatos establecidos para salvaguardar el orden y la salud. Nos ponemos de esa manera en abierta discrepancia con los principios básicos de la ley natural que es igual para todos y que permite que el sol y los recursos disponibles en la naturaleza estén al alcance de todos.
 
Cuando se aplica el tratamiento natural en algunas personas, puede ocurrir, al principio, una aparente mejoría lo que puede dar lugar a una falsa seguridad de que se ha curado. En estos casos, el enfermo, al sentirse mucho mejor, cree que está bien y su primera tentación es abandonar la dieta natural que se le asignó y seguir tomando sólo el medicamento recetado que el cree que lo curó. A su mejor entender,  la dieta fue sólo un castigo temporero que el "médico" le impuso en lo que las medicinas hacían su efecto. Al sentirse bien, se vuelve de inmediato a sus antigua forma de alimentarse que fue lo que lo llevó a enfermarse. Esta tendencia es bastante común y si no se orienta bien a la gente, todo el esfuerzo es en vano y la enfermedad vuelve a tomar posesión del enfermo. Así se  pierde  un tiempo  y  un esfuerzo  precioso  que  puede  ser  la
diferencia entre vivir o morir.
 
Al perder la noción real de lo que hace, de esta manera, el paciente pierde totalmente la visión de lo que es la verdadera medicina. Su objetivo es curarse cuanto antes para volver a sus antiguos hábitos que lo llevaron a enfermarse y en estos casos el médico o el naturópata pueden ser sus cómplices. Así se deshonra al Creador y se desacredita la medicina que este ha provisto con el fin, no sólo de curar, sino más bien de "salvar".
 
La labor de ensenar a los enfermos a curarse y a los sanos a no enfermarse es una tarea difícil, pero que rinde buenos beneficios. Cuando las personas entienden perfectamente que la enfermedad es el resultado directo de hábitos de vida incorrectos, heredados y adquiridos, cuya única consecuencia es destrucción y muerte, se dan cuenta que la (mica forma de contrarrestarla es cambiando total y permanentemente su forma  de vida y no volver atrás  por  su propia voluntad. De esta manera, la tarea curativa se torna en una disciplina educativa y el consultorio se convierte en un aula. Para muchos, esto representa una pérdida de clientes porque estos aprenden a no enfermarse más y, por consiguiente, puede parecer una pérdida de dinero para el naturólogo porque pudieran no volver al consultorio. Por esa razón, muchos no ensenan al paciente las técnicas curativas y no le proveen suficiente información. Sin embargo, hemos comprobado que mientras más y mejores recomendaciones se le da a los enfermos, más y mejor preparados nos llegan otros pacientes.  Nuevos casos significan más experiencia y la misma nos convierte en mejores instrumentos. De esta manera, podemos ayudar a la naturaleza a obrar con más rapidez y eficacia.
 
La medicina natural no sólo sufre los ataques directos de la medicina oficial, los cuales son muy fáciles de contrarrestar. Recibe también los ataques internos de cierto tipo de naturópatas, de los llamados "médicos naturopáticos" y de otros practicantes cuyos principios se encuentran en conflicto con las leyes naturales.

Estas personas siguen filosofías diversas inventadas por gente cuya experiencia  no  necesariamente  está en  perfecta  armonía con  las leyes universales de la vida. La verdadera medicina natural ha sido atacada por diversas tendencias que, de una u otra manera, han producido efectos dañinos y adulterantes.
 
De diferentes lugares, con diferentes propósitos y por infinidad de razones han surgido ideologías extrañas a la verdadera medicina natural. De Oriente han aparecido tantos conceptos extraños como personas y culturas intervienen en su propagación. Estas tendencias tienen puntos de convergencia con algunos de los conceptos que rigen la medicina natural o utilizan leyes comunes para fortalecer sus filosofías. Sin embargo, ciertos conceptos separan unas cosas de otras y hacen que a muchos les sea difícil comprender las diferencias. El orientalismo ha influido tanto en el mundo occidental que casi no se puede distinguir la línea de separación entre una cosa y la otra. Sin embargo, hay fórmulas orientales buenas, las hay menos buenas y muy malas.
 
Otro problema de concepto lo han ocasionado aquellos que siguen la línea de la Naturopatía pero que no orientan a la gente para mejorar su estilos de vida. El problema también lo crean ciertos médicos alópatas interesados en usar algunas de las técnicas de la medicina  natural.    Estos  combinan o  mezclan los  conceptos  de diferentes  tipos  de  medicina  y  crean  una forma  hibrida  que  es peligrosamente  engañosa.
 
Otra forma de confundir los conceptos es llamar medicina natural a la homeopatía o a la dieta macrobiótica. Cuando los valores innegables de la verdadera medicina natural se propagan por el testimonio de los beneficiados, muchas personas acuden buscando los mismos resultados. Es entonces cuando estos pueden ser guiados equivocadamente a estas modalidades que, al fin y al cabo, no son ciencias completas y hacen perder el tiempo al enfermo igual que ocurre con muchos de los tratamientos médicos convencionales.
 
Por varios siglos el hombre ha sostenido la premisa de que si llega a conocer y a entender el organismo humano puede establecer patrones mecánicos para intervenir mediante operaciones quirúrgicas y otros métodos inventados por el en el funcionamiento del organismo. La tendencia a trasplantar órganos de animales y de congéneres, es una de estas prácticas y otra de las peligrosas aventuras que estimulan a la comunidad científica y que constituye otra violación a las leyes naturales.
 
Hoy día, el cuidado de la salud es la tercera industria en los Estados Unidos con una aportación de más de un 9% al producto nacional bruto. Muchos de los billones de dólares asignados al campo de la medicina se utilizan en el desarrollo de tecnologías nuevas, complejas y sofisticadas. Los enormes hospitales cuentan con una gran maquinaria para efectuar diagn6sticos y terapias. Esta es una de las causas principales del alto costo en el cuidado de la salud.
 
El costo per cápita ascendió de $76.00 en el 1950 a $552.00 en el 1976. La mayor parte de este aumento se utiliza para sufragar el enorme costo de mantener las instituciones médicas operando. La práctica de la medicina se ha centralizado en complejos médicos que incluye especialistas y maquinarias. Dicha centralización  conlleva más especialización y un equipo más sofisticado, lo que resulta en un  mayor  gasto  de  recursos  y  de  energía. A mayor energía y recursos humanos invertidos, mayores son los costos operacionales.

Como si esto fuera poco, la medicina moderna ha creado una crisis en los costos de los servicios médicos debido a lo que se conoce coma enfermedades iatrogénicas.

Las enfermedades iatrogénicas son causadas por los efectos secundarios de medicamentos que han sido recetados para una condici6n y han ocasionado otra enfermedad. Mucha gente no sabe que el alivio temporero de una condición en un paciente por media de un método clínico moderno, por lo general, viene acompañado de un problema mayor a largo plazo. Esto ocurre en la mayoría de los pacientes. No obstante, los médicos continúan recetando drogas y efectuando  intervenciones quirúrgicas, llevando a cabo cesáreas
innecesarias y  aplicando drogas tóxicas químicas y  altamente
destructivas que resultan peores que la misma enfermedad. Esto sin duda alguna lo que hace es agregar mayores problemas a estos pacientes.
 

En el transcurso de 24 a 30 horas, del 50% al 80% de todos los adultos norteamericanos ingieren una droga recetada por un médico. El enfermo puede experimentar un alivio temporero, pero el efecto nocivo que produce esta droga en el organismo es, en muchos casos, mayor que el bien que pueda causar. Un ejemplo del desatinado enfoque de la medicina moderna son los antibióticos. Estos son formas de defensas prestadas o artificiales que, en cierto grado, sustituyen las defensas naturales del cuerpo humano.
 
Los antibióticos son recetados en forma arbitraria para cualquier infección. Estos combaten de forma indiscriminada las bacterias. Destruyen muchos organismos importantes que son esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo humano. Como consecuencia, surgen infecciones intestinales, problemas de los órganos reproductivos, deficiencias vitamínicas y una gama de trastornos que se añaden a la enfermedad original. No debemos descartar, además del problema de los efectos secundarios de los antibióticos, que su uso masivo ha ocasionado la proliferación de bacterias nuevas que son muy resistentes a los propios descubrimientos de la ciencia convencional además de virus difíciles de combatir. De acuerdo a un estudio publicado por un subcomité senatorial en el 1962, de las 4,000 drogas que fueron vendidas legalmente en los últimos 24 años,  casi la mitad no poseía valor científico comprobado. Estas drogas, además de ser ineficientes, son peligrosas y ocasionan enfermedades. Los trastornos secundarios ocasionados por estas han matado a más personas que el cáncer de la mama.
 
Los efectos adversos de estas drogas están considerados entre los diez (10) primeros causantes de hospitalización de los pacientes. Mientras estos pacientes reciben tratamiento en un hospital, uno de cada cinco contrae una enfermedad iatrogénica y muere de ella uno de cada treinta. Algunos de los factores que propician enfermedades son:
 

  • La contaminación química y ambiental que ha sido factor principal en la incidencia de cáncer, trastornos de la circulación y de los pulmones que ha contribuido al 59% de las muertes ocurridas en el 1976;
 
  • Los efectos mortales de la contaminación en el organismo humano son sorprenden En la ciudad de Nueva York se ha comprobado que muchos de los conductores de taxi tienen un alto nivel de monóxido de carbono en la sangre (comprobado mediante análisis de SUS donaciones para transfusiones de sangre). Recientemente unos científicos le manifestaron a un subcomité senatorial que no es posible encontrar leche sin contaminación para alimentar a los infantes. La leche materna contiene pesticidas, residuos y otros agentes carcinógenos. Las fórmulas de leche, por otro lado, contienen depósitos peligrosos de plomo;
 
  • Varios informes gubernamentales, efectuados en los últimos años, concluyeron que el 60% al 90% de todos los tipos de cáncer en los Estados Unidos son causados por factores ambientales creados por el hombre tales como: preservativos, aditivos y sustancias químicas tóxicas;
 
  • En el    1978    los    resultados     de    un estudio   extenso demostraron que del 20°/o al 40°/o de todos los tipos de cáncer están relacionados con el contacto de metales y químicos.
 Ante estos exponentes de una realidad ineludible, es necesario tomar medidas que le permitan a la humanidad aprender a defenderse de estos factores exponenciales de tanta influencia sobre la gente, los animales, las plantas y el ambiente. Hay muchas cosas que se pueden hacer para proteger la creación. Una de ellas es hacerse miembro de alguna de las  organizaciones comunales de ambientalistas. Si no la hay o no conoce al grupo local, usted puede formar un capítulo local en su iglesia u organización a la que pertenece. Proteger la creaci6n debe ser uno de los principales objetivos de toda organización cristiana. Según defendemos nuestra ideología religiosa, nuestro ideal político o los colores de nuestro equipo deportivo, debemos crear conciencia de la necesidad que existe de defender la creación. Cuando protegemos la creación estamos reverenciando los primeros cinco mandamientos de la ley de Dios.
 

La pérdida  de  los  valores  fundamentales  crea  disfunciones sociales de grandes proporciones.   La  raza  humana ya  no  puede más con tantas enfermedades y problemas sociales. En gran parte, esto se debe a los mensajes subliminales que la gente  recibe de la propaganda mercantilista       que  ha trastocado los valores y ha sustituido  las enseñanzas  divinas  por sofismas  humanos que  han hecho fracasar  a  la  humanidad. Hay que volver  por  las  antiguas sendas y preguntar por los caminos cual es la ruta que nos retorna al Edén perdido. La buena mayordomía del hombre incluye entre sus obligaciones  restaurar, en cuanto  sea  posible, todo  lo  que  se  ha degenerado o ha sido adulterado y degradado en algún modo.  En gran parte, esto incluye las aportaciones de la ciencia y la medicina moderna. Estas son las mas desviadas de todas las ciencias.

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