Otras causas de defectos de nacimiento
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Pero las drogas y el alcohol no son las únicas causas. El consumo cada vez mayor de productos derivados de animales y vegetales híbridos o transgénicos, la alimentación de la madre durante el embarazo y los traumas emocionales que pueda sufrir durante la gestación, son causantes de otras enfermedades o síndromes que sufren los niños en su formación. A eso hay que añadirle otras causas que se van acumulando y que afectan la formación de los cromosomas en la cadena del ARN y del ADN.
Los últimos estudios dados a conocer en la transferencia epigenética y en la secuencia de los aminoácidos en su formación indican que el alimento que se ingiere tiene tanta influencia en la formación y configuración del ADN con la misma herencia familiar. Desde que comenzó a comer carne de animales, el ser humano comenzó un proceso de degeneración que no se detiene porque es una constante que se crea en la que ciertos genes animales entran a formar parte de la genética humana y nos hace susceptibles y débiles ante muchas situaciones formativas tanto físicas como emocionales.
Por las razones expuestas, vemos a una raza humana que es cada vez más propensa a enfermedades degenerativas, y a la misma vez, más amistosa y dispuesta a compartir más con los animales que con los congéneres. Es que la afinidad que el ADN va aceptando de esta relación, nos acerca a los animales y nos aleja de la gente. En las páginas finales reproducimos la gráfica que los investigadores han creado del intercambio de material genético entre humanos y animales y la gráfica que le sigue del genoma humano que incluye diferentes razas y genes que se encuentran en los genotipos y fenotipos del genoma humano que se han vuelto parte de la naturaleza humana por la relación alimentaria entre unos y otros.
Esta relación que por la vía alimentaria y genética nos hace participes de la naturaleza animal, es una de las razones por las cuales se hace difícil curar y tratar estos síndromes diversos que se manifiestan en la naturaleza humana y que son más comunes cada día. La respuesta debe ser a nivel preventivo.
Para lograr un proceso curativo, eficaz y real, el principal ingrediente es un cambio alimentario que esté totalmente libre de derivados animales.
Sin este elemento depurador, no es posible curar ningún síndrome, ninguna enfermedad ni de rescatar a un ser humano de una discapacidad. No importa cuánto esfuerzo pongan los pediatras, los terapeutas especializados y los padres. Mientras no se eliminen los lácteos, los huevos y las carnes de animales de todo tipo y el gluten de los cereales, no se logra un proceso regenerativo real. De nada vale todo el esfuerzo multidisciplinario que se pueda desplegar, se pueden obtener unos logros temporeros, pero una curación absoluta; jamás. Y todo esto, hay que hacerlo dentro de los primeros siete años de vida del niño porque de los ocho en adelante el proceso es muy lento y casi imperceptible. A veces imposible.
Después de esa edad, se obtienen cambios físicos por la repetición y continuidad del tratamiento pero no se pueden reversar procesos que antes de esos siete años no se hayan tratado correctamente.
En los casos donde los padres no hayan hecho la prevención del cambio antes de procrear, o la madre no haya cuidado estrictamente su alimentación durante el embarazo desde un tiempo antes de quedar embarazada, puede evitar un desastre mayor si lo hace tan pronto sospeche que está en estado de embarazo..
Eso le da oportunidad a la naturaleza de reparar cualquier daño que se haya producido en la fase embrionaria y las consecuencias van a ser menores. En nuestra experiencia conocemos de casos de embarazos en los que se ha detectado mediante el proceso de amniocéntesis que el niño viene con el defecto cromosómico de síndrome Down. Este procedimiento se ha realizado para la semana 16 del embarazo y se ha recibido la mala noticia como una desgracia familiar.
En los casos que nos ocupan, instruimos a la madre a cambiar su dieta de inmediato por una vegetariana “vegana”, a desarrollar un carácter de confianza durante el resto del embarazo, a no sufrir ningún tipo de preocupación que perturbe el proceso de regeneración celular y a no pelear con el marido, ni pasar malos ratos en el trabajo.
Los resultados han sido extraordinariamente buenos y altamente beneficiosos. Las características del trastorno genético desaparecieron y el producto de ese cambio fue una criatura completamente sana sin trazas del síndrome.
Algo similar presenciamos con otro niño al que se le detectó un defecto del tubo neural llamado espina bífida. En este caso, los niveles de alfa – feto proteínas (AFP) indicaban la severidad de la condición. La madre acudió a nuestras oficinas y le ofrecimos toda la información sobre la alimentación y las condiciones emocionales que se deben tener en cuenta cuando se está embarazada y la joven estuvo de acuerdo en hacer el cambio para aminorar el daño. El día del nacimiento, un staff médico de especialistas, junto a un grupo de estudiantes de medicina esperaban el alumbramiento que por la condición que supuestamente traía el niño, decidieron hacerlo por cesárea. La sorpresa de los médicos fue grande cuando tuvieron en sus manos un niño completamente sano. Cuando alguien le preguntó a la madre que pasó que el niño nació sano, ella contestó que por las oraciones de toda la familia. No quiso darle el crédito al cambio de alimentación y actitud, por el temor religioso de otro castigo divino, según ella.
No obstante, este caso, y otro que tuvimos la oportunidad de intervenir, no dejan dudas de que la naturaleza, bajo condiciones específicas, tiene la capacidad de regenerar defectos que la ciencia no tiene la explicación para ello. No obstante, los últimos estudios de epigenética van dando luz al respecto y situaciones como esta, podrían evitarse tomando las medidas correspondientes. Otros casos similares ocurrieron en la consulta de mi hijo. Cuando usted vea a una mujer embarazada en uno de esos establecimientos de comida chatarra, adviértale del peligro que corre la criatura. Se debe legislar al respecto para obligar por ley a los padres a asumir la responsabilidad de traer niños saludables al mundo. De esa manera ellos mismos se liberan del sufrimiento y el gran trabajo que implica manejar un niño discapacitado para toda la vida.
Tanto las drogas químicas recetadas medicamente, como las drogas ilegales, el tabaco, el alcohol, las píldoras anticonceptivas, los tratamientos hormonales y estrogénicos, los esteroides, alucinógenos, barbitúricos, y los analgésicos de todo tipo, deben ser eliminados de su uso por ambos padres un año antes de que el niño sea concebido. Durante ese año se debe hacer un tratamiento de limpieza y desintoxicación que garantice la eliminación de los residuos orgánicos e inorgánicos de estas drogas.
Solo así nos podemos asegurar que por lo menos, la parte física no será vulnerada químicamente.
En cuanto a lo emocional, el niño debe ser deseado por los padres y mimado con mucho amor desde que se forma en el vientre de su madre. El comportamiento de los padres en sus relaciones mutuas debe ser lo más placentero y amoroso posible durante el embarazo y después del nacimiento. Esas son etapas críticas del desarrollo embrionario que influyen grandemente en la formación del carácter y en el sistema nervioso e inmunológico de la criatura. El niño palpa esas emociones aún estando en el vientre de la madre. Sabe si es aceptado y siente cuando es rechazado.
Por eso, vemos niños que lloran mucho y se ven constantemente incómodos y vemos niños felices que duermen plácidamente y sonríen todo el tiempo. La diferencia la hace el ambiente durante el embarazo y el carácter de la madre. Los niños perciben las actitudes, el coraje, el sufrimiento y las discusiones de los padres desde su formación en el vientre, y situaciones extremas de coraje, sufrimiento, preocupación y angustia causan daños irreparables al feto. De ahí surgen anormalidades como el paladar hendido, labio leporino, manchas hematogénicas en la piel, daño a la visión, sordera y otras muchas, que dependiendo del tiempo del embarazo y de la madurez pueden manifestarse.
Otros defectos congénitos que son el resultado de situaciones extremas de susto, accidentes y percances graves pueden causar anormalidades como cardiopatías congénitas, soplos al corazón, perlesía cerebral, retraso mental en diferentes grados y severidad, y deformación en las extremidades que se pueden producir también como consecuencia de drogas, antibióticos o intervenciones dentales durante el embarazo que requieren anestesias.
Dentro de esa larga lista de consecuencias funestas que pueden cambiar totalmente la vida de los padres y la salud del niño, no podemos ignorar el efecto de las vacunas en la tierna formación del sistema inmunológico y neurológico de una criatura. Las estadísticas disponibles indican que uno de cada 33 bebés que nacen tiene defectos de nacimiento visibles y dentro de esos 33 que aparentan estar bien físicamente, un 40% nacen con anormalidades no visibles que significan otro tipo de preocupaciones para los padres y la sociedad. En este grupo, incluimos el síndrome de hiperactividad, el autismo, dificultades del aprendizaje y otros factores complejos que se pueden manifestar más adelante y que requieren terapias de corrección.
Otros, pueden requerir aparatos ortopédicos correctores, terapias del habla, pruebas especiales, visuales y de audición, y muchos no logran incorporarse a una vida normal debido a que requieren de cuidados especiales para toda la vida.
Si consideramos todos estos elementos que pueden incidir directamente en la salud de un niño en formación, concluiremos que la responsabilidad de los padres, del estado y de la sociedad, es mayor en cuanto a evitar que estos porcientos de niños con defectos diversos de nacimiento sigan aumentando sin que se haga algo para evitarlo.
Según se han formado sociedades diversas de grupos que recogen fondos para ayudar a los niños con perlesía cerebral, con distrofia muscular, con diabetes y otras condiciones, esas mismas entidades deben tener capítulos dedicados a orientar para evitar nuevos casos. Es inconcebible que una sociedad culturizada al extremo como la nuestra, donde los medios de comunicación son accesibles a todos, no tenga programas intensivos de prevención que puedan hacer conciencia a los futuros padres sobre este tema tan importante que puede cambiar el rumbo de una familia, radicalmente.
Es más común esperar que nazcan niños sin defectos de nacimiento que pegarse en la lotería, encontrarse un tesoro o ganar un concurso. Un niño con defectos; aunque sean imperceptibles, es un reclamo a los padres y a la sociedad para tomar medidas drásticas al respecto, y levantar campañas de concientización para evitarlo.
Usted debe conocer el caso de muchas mujeres que se han quedado sin marido a raíz de nacer un niño que requiere de cuidados especiales constantes. Este acto de cobardía del padre ocurre mucho más a menudo de lo que imaginamos y se repite constantemente sin que se penalice al padre, excepto por la pensión alimentaria. Ese individuo tiene que cargar el peso extremo de su conciencia para toda la vida y no es fácil vivir feliz bajo esas circunstancias.